jueves, 14 de junio de 2007

(...)

Me levanto por la mañana. Salgo de mi casa. Hay un socavón en la acera. No lo veo y me caigo en él.
Al día siguiente, salgo de mi casa, me olvido de que hay un socavón en la acera y me vuelvo a caer.

Al tercer día, salgo de mi casa, tratando de acordarme que hay un socavón en la acera…es inútil, porque tropiezo y me vuelvo a caer.

Al cuarto día, recuerdo que tengo que tener presente el maldito socavón y camino mirando al suelo. Y lo veo, pero a pesar de verlo…me caigo en él.

{…}

Al séptimo día salgo de mi casa, veo el socavón tomo carrerilla, lo salto pero rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado, pero no es suficiente y caigo en él.

Al octavo día salgo de casa, veo el socavón tomo carrerilla ¡llego al otro lado¡
Me siento tan feliz y tan orgulloso, que lo celebro por todo lo alto dando saltos de alegría… y al hacerlo……….caigo otra vez en el pozo….

Al décimo día me doy cuenta de que es más cómodo caminar... por la otra acera.

¿Por qué somos tan ignorantes que no vemos más allá de nuestras narices? ¿Por qué siempre tropezamos con la misma piedra?

2 comentarios:

Iván Paul dijo...

vaya, yo todavia estoy más allá del décimo intento, y caigo de pleno siempre!
que complicacion! :(
un beso y pasate por mi blogspot si te apetece, aun no tengo gran cosa

Iván Paul dijo...

esta paula, que todo lo cotillea, es la causante de que yo vea tu blog, jajaja
un besote!